Las contraindicaciones de la tecnología 5G

Hace unos meses te anunciamos la inminente llegada del 5G y sus primeras pruebas en España. Un reportaje que recogía las bondades de esta tecnología y los estándares de comunicación inalámbrica de quinta generación. Un sistema que permitirá un rango de cobertura 100 veces más rápido que el 4G y reducirá el tiempo de respuesta de un dispositivo para recibir y ejecutar una orden. Esta mejora técnica permitirá la entrada masiva de la robotización, las ciudades inteligentes, el internet de las cosas, la conducción autónoma o las operaciones remotas.

Sin embargo, no hablamos de un tema que, cada vez más, está tomando cierta relevancia entre muchos usuarios: un sector de la comunidad médica y científica internacional asegura que la tecnología 5G tiene una repercusión negativa para nuestra salud y la del planeta. Por otro lado, según una investigación publicada por Nature, tendría una mala incidencia en los satélites que monitorizan el tiempo, y obligaría a cambiar la frecuencia que actualmente ocupa la TDT en España.

En España, el Comité científico asesor en radiofrecuencia y salud garantiza que los niveles de radiación son inferiores a los que recomienda la Organización Mundial de la Salud. En su último informe confirma que la exposición a estas radiofrecuencias no tiene efectos adversos para nuestra salud. La Comisión Internacional para la Protección de las Radiaciones No Ionizantes, comisionada por la OMS, estableció en 1998 un conjunto de restricciones básicas y niveles de referencia para la protección de la población general y los trabajadores ante los posibles efectos nocivos de exposiciones a campos eléctricos y electromagnáticos. La recomendación fijaba un tope de hasta 450 microvatios por centímetro cuadrado para estaciones base de 900 megaherzios y de 1.000 microvatios por centímetro cuadrado para las de 1.400 megaherzios. Pese a la proliferación de las redes inalámbricas y al impacto de las nuevas tecnologías, España sigue aún con los baremos de referencia de la ICNIRP mientras que la mayoría de países europeos han rebajado al límite el nivel de exposición atendiendo a la resolución de Salzburgo, que establece para la protección preventiva de la salud pública un nivel de 1 milivatio por metro cuadrado (0,1 microvatios por centímetro cuadrado).

¿Cómo se va a tratar el tema en España?

A pesar de la “tranquilidad” del comité científico español, países como Suiza, Bélgica y Holanda han decidido paralizar su implantación hasta conocer su impacto real sobre la salud. También en Holanda. En Bruselas, concretamente, han decidido pararla tras considerarla contaminación electromagnética. Céline Fremault, ministra de Bélgica, ha llegado a afirmar en una entrevista que no pueden aceptar esta tecnología “si los estándares de radiación, que deben proteger al ciudadano, no se respetan”. Por su parte, el gobierno suizo introducirá un sistema de monitoreo para mitigar las preocupaciones sobre el impacto potencial en la salud de las emisiones del 5G. De esta forma la agencia ambiental federal de Suiza medirá los niveles de la llamada radiación no ionizante, para posteriormente evaluar los riesgos e informar regularmente a la población.

En España hay defensores de esta manera de proceder suiza y belga, como Alejandro Úbeda, investigador y jefe de sección del Servicio de Investigación-Biolectromagnética del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. En su informe «Campos electromagnéticos y salud» encargado por el Ministerio de Sanidad se advierte del «retraso de España en materia de protección ciudadana ante exposiciones a campos electromagnéticos ambientales» e insta a las instituciones sanitarias a que «se dote al país de una legislación más completa en materia de radioprotección».

Así mismo, según informa la Fundación para la Salud Geoambiental, la llegada de la tecnología 5G supondrá un aumento significativo en la exposición de la población y el medio ambiente a las radiaciones electromagnéticas. Este aumento de radiación, según enumera la Agencia Europea del Medio Ambiente podría traer un “aumento del riesgo de cáncer, estrés celular, aumento de los radicales libres dañinos, daños genéticos, cambios estructurales y funcionales del sistema reproductivo, déficit de aprendizaje y memoria, trastornos neurológicos e impactos negativos en el bienestar general de los seres humanos”.

La medición del tiempo, el consumo eléctrico y la TDT

Por otro lado, está la manera en la que la tecnología va a afectar a los satélites que monitorizan y elaboran las predicciones meteorológicas, ya que se verán afectados por las interferencias que generen los dispositivos 5G que utilicen la banda más cercana a los 23.8 gigahercios.

En cuanto al consumo eléctrico y el posible aumento de la contaminación derivada del mismo, hay que tener en cuenta que, actualmente, en los centros de procesos de datos consumen una media de 200 teravatios- hora (TWh) por año, el equivalente al consumo de un país como España. Esta demanda supone el 1% del total de electricidad del mundo y genera un 0.3% de las emisiones de carbono globales. Si a esos centros se le suman todos los dispositivos y redes vinculados a los mismos, toda esta tecnología necesita entre el 5% y el 9% del consumo mundial de electricidad y eleva al 2% su participación en la contaminación mundial, similar al generado por el transporte aéreo. Existen mecanismos para hacer más eficientes los centros de datos con los que se podría conseguir un ahorro de entre un 28% y un 32% en el consumo por gigabyte, pero aún está por ver cómo se gestionaran.

Finalmente tenemos el caso de la TDT, que en España se verá afectada al tener que dejar libre la banda de 700 megahercios, clave para garantizar la cobertura del 5G en las zonas más aisladas. Las comunidades tendrán que readaptar, otra vez más, las antenas y los usuarios, de nuevo, resintonizar sus televisores. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), dejar esta banda al 5G supondrá la pérdida de un 30% del espectro que utilizan los servicios de TDT.